¿Cómo sería la música de Tupac o Biggie si siguieran vivos?

Sobre Tupac Shakur y Christoper Wallace aka The Notorious BIG se ha dicho y escrito ya todo o casi todo. Tampoco vamos a entrar en cuál de los dos es el mejor rapper de todos los tiempos, el primero recibió una educación más revolucionaria , con lo que sus letras son concienciadas aunque a la vez más gangsta. El segundo simplemente tenía la habilidad perfecta para rimar y describir hechos y situaciones, todo ello con la mejor cadencia posible.

Por si fuese poco, los dos tuvieron la desgracia de estar unidos por una muerte temprana, violenta y (sea cierto o no) con relación entre sí. Sabemos que su amistad pasó a enemistad tras los tiroteos que recibió Pac al visitar a BIG y que empezaron un beef histórico que culminó con la muerte de ambos y una guerra entre costas.

Somos conocedores de cuanta literatura hay al respecto y de cuanto se lucraron los medios inflando esa batalla entre el este y el oeste, pero eso da para otro artículo.

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La cosa es que Pac y Biggie están considerados (junto a una lista que incluiría a Nas, Jay-Z y otros) los mejores rappers de la historia, cuestión amplificada por la leyenda que construye sus repentinas muertes y porque al irse de este mundo tan jóvenes solo dejaron gran material. Digamos que la carrera de los artistas suele desvirtuarse con el tiempo, al morir tan jóvenes ni siquiera da lugar a ver esa supuesta (que repito, solo es una posibilidad) decadencia.

Si atendemos a la filosofia de Diddy para con sus productos y al segundo álbum de BIG, no cabe duda de que el artista seguía rapeando como Dios, aunque la música de sus canciones era poco a poco más accesible. En el mismo biopic del artista (dirigido por George Tillman Jr. en 2009) podemos en una escena como le reconoce a su CEO que tiene las miras puestas en una música más abierta o comercial. Si atendemos al sonido de ‘Life After Death’ (1997) podemos comprobar cómo era cierto. Claro que eso no hace desmerecer ni un ápice al disco, que es fantástico.

Realizando ese mismo ejercido con respecto a Tupac, en su último disco (‘Makaveli, The Don Killuminati: The 7th Day Theory’) vemos una clara diferencia entre los estados emocionales de ambos artistas.

En el disco póstumo de Shakur (cosa que ya comprobamos en ‘All Eyez On Me’) dilucidamos a un rapper con numerosos dilemas interiores, inseguridades y miedos, prueba del estilo de vida gangsta que de algún modo adoptó al entrar en Death Row Records. Musicalmente era básicamente gangsta rap con un sonido evolucionado con respecto a su anterior trabajo, quizás con ciertas influencias más del sur, que empezaba a pegar.

Es imposible adivinar los caminos musicales y líricos por los que hubieran atravesado si siguiesen vivos, aunque si que nos dejarnos muchas pistas. Pac estaba involucrado con demasiada gente que no le convenía y Smalls estaba intentando encontrar la paz interior. Si hacemos un paralelismo a artistas que triunfaban en aquella época y que siguen en activo, veríamos como la mayoría acaban moderándose (cosas de la edad) y abriéndose a muchos otros negocios.

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Y es que Tupac era también un gran actor, cuya carrera fue truncada igualmente (cosa lógica) por su muerte. Es por ello que con respecto a su futuro podían haberse abierto muchos más caminos de éxito, recuerden que el director John Singleton llegó a decir que Shakur era el mejor actor con el que había trabajado nunca. Y ya sabemos que Singleton tampoco fue un realizador cualquiera.

Una cosa queda clara si reflexionamos al respecto, las muertes de los dos artistas se llevaron por delante música inmejorable y una carrera en el cine que no sabríamos hasta adonde podría haber llegado en el caso de Pac. Esa corona que hoy se disputan los mencionados Nas y Shawn Carter (junto a otros) estaría mucho más disputada… o posiblemente ni sería una opción.

Gracias a Pac y Biggie por darnos tanto y de tanta calidad en tan poco tiempo. El futuro fue ayer.