La mente infinita, ¿existe la tan famosa «psicología del éxito»?
Seguro que alguna vez has oído hablar de eso de la «psicología del éxito».
Simon Sinek (el popular autor y speaker nacido en Wimbledon) contaba en una charla para el New York Times que los norteamericanos perdieron la guerra de Vietnam porque tenían una mentalidad temporal, mientras que la de los vietnamitas —un país mucho más pequeño y pobre— era una mentalidad infinita.
¿Y si el éxito está en el enfoque, en tu psicología?
Lo que Sinek quería decir es que el todopoderoso ejército norteamericano se había propuesto ejecutar su misión en un tiempo limitado, mientras que sus enemigos lucharían durante toda su existencia. Unos peleaban por un salario y los otros por su identidad, su cultura, su orgullo y sus vidas. Y claro, no se puede vencer al que es invencible, valga la pretendida redundancia.
La teoría de Sinek es —obviamente— aplicable a nuestras vidas, o más bien al modo en que quemamos el combustible y nos enfrentamos a nuestro trabajo y por ende a nuestra estancia en la tierra. La manera en que funcionan los grandes referentes empresariales no es diferente: creen en un proyecto sólido, cimentado en la calidad, sacrificando el beneficio del aquí y el ahora para cumplir metas a medio y largo plazo. Estos son los que hacen historia, los otros hacen dinero.
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Se trata de humanos que pueden cometer errores, pero en lo que otros ven un desacierto ellos construyen su narrativa, se nutren de ella y salen adelante siendo más fuertes y mejores. No hablo del tan manido ego ni del viaje del héroe, sino del resultado que quieren dar y de cómo los lapsus (y la experiencia y aprendizaje que conlleva) son la única manera de llegar a su objetivo.
No se llega a ninguna cima sin herirte en el camino, como decía el reverendo Al Sharpton y hay personas en cuyas cabezas nunca deja de sonar ‘Going The Distance’ de Bill Conti. Así es como se ha construido Zara, Nike, Apple, Amazon, Facebook o Alibaba Group. Oh, espera, resulta que esas son las empresas más importantes del mundo.
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Lo que para unos puede sonar idealista y quijotesco, para otros (y estos son la mayoría de nuestros referentes) es la razón de su existencia. Son los que han venido a quedarse, los que han hecho y harán historia y para los que el dinero no es el objetivo final, sino el resultado de su aproximación al negocio: unos vienen a meter un tiro libre y otros a ganar la liga.
Están los que ponen fecha a su resultado y pasan a otra cosa y los que tienen mente infinita. Y no se puede vencer a los segundos, porque es sencillamente imposible ganar a aquellos para los que la derrota constituye y fortalece el propio éxito.
¿No era ese el objetivo?