Hablemos de drogas: vía de escape y puerta a la creatividad en el hip hop
Desde Rakim, las drogas son una marca de estatus en el hip hop, igual que lo fueron las naranjas en los cuadros del Renacimiento o los Mustang en los años 70. La posesión siempre se ha exhibido como un sello de poder, una actividad que implica experiencia en la calle, conflictos y dinero.
Waor diría: “Si vendes droga y lo cuentas en las canciones, es que es mentira o eres tonto, cojones”. Pero no va del todo así.
El underground es una competición desde sus inicios: quién es el más real, quién tira las mejores barras, quién es el más duro… y, por supuesto, las drogas no se iban a quedar fuera de la lista.
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Ill Pekeño ejemplifica esta ambición: “Clases de apoyo en el barrio si vendes; en el mío hay proveedores, en el tuyo clientes”. Cruz Cafuné pone su grano: “aprendió a vender sin consumir, fue más de matar que de morir”.
Las drogas como forma de sustento y su relación con el rap
Conoceréis mil rimas sobre lo mismo, y es lógico. Igual que el marketing vende productos y necesidades, las canciones no son solo sonido, sino también el mood que transmiten.
Un chaval de quince años es capaz de sentirse traficante escuchando Anuel, igual que una mujer de veinte puede sentirse un icono erótico escuchando a Bad Gyal. Ese es el poder de la música: convertirte, durante un rato, en algo que te gustaría ser.
Gracias a esta capacidad, los artistas han usado sus temas para transmitir más valores en torno a la droga: mesura (“si tienes vicios, tienes amos”, de Easy-S), supervivencia (“si querías dinero tenías que vaciar esa lancha”, de Delaossa) y aprendizaje (“Me creía el jefe y era gilipollas”, de Arce).
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El underground no promociona la droga, simplemente la reconoce como una realidad y opina al respecto.
¿Qué hay de la faceta creativa que pueden inspirar ciertas drogas?
Pero no todo es drama: los estupefacientes también han dado lugar a canciones brillantes y experiencias de lo más loco.
A$AP Rocky contaba para el documental de Netflix «Have a good trip» cómo había sido su experiencia con psicodélicos: “A rainbow shot out of my penis while having sex”, le dijo a la entrevistadora.
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El rapero compuso temas puesto de ácido mientras “olía colores” y “veía formas en el aire”, animando a sus oyentes a probarlo al menos una vez en la vida.
Jincho y Cráneo tienen una relación más que amigable con el cannabis, así como OG Gara conecta las drogas con una faceta espiritual del arte. Por tanto, no siempre son vistas como algo problemático, sino más bien como un fenómeno que puede convertirse en herramienta o maldición.
Para Fernando Costa, por ejemplo, es pura culpa de la necesidad: “Si los de arriba meten brazo pa’ su porvenir, abajo se vende la droga pa’ poder vivir”.
Podríamos estar horas hablando de ello, pues es un latemotiv presente incluso en las estrellas musicales de cada época (Amy Winehouse, Justin Bieber, Michael Jackson…). Y, en este caso, la relación del hip hop con las drogas se hila de muchas formas distintas.
Más allá de lo anecdótico, en definitiva, el mensaje es ese: todo en el underground tiene un trasfondo, una historia y muchas perspectivas a cuestas.
Igual de adictivo (pero sin ser droga) es el último palo de Easy-S ‘Too Late Freestyle Remix’ con Abhir y Cruz Cafuné.