«Drácula» de Netflix: ¿merece la pena tras tanto hype?
No cabe duda de que realizar una producción sobre uno de los iconos más grandes del cine de terror va a tener, como poco, un gran impacto mediático. Desde luego, realizar una serie sobre «Drácula» es la idea menos arriesgada que Netflix ha tenido en años, pero eso no quiere decir que no resulte interesante.
Al fin y al cabo cualquier acercamiento a la leyenda del miedo (siempre que se haga con cariño y respeto) será bienvenida.
Sin embargo, y a pesar los largometrajes de dudosa calidad que se han hecho muchas veces, el nivel para nuestras retinas es muy alto.
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El «Drácula» de la Hammer (interpretado por el maravilloso e inolvidable Christopher Lee) era sobresaliente, y el largometraje de Francis Ford Coppola de 1992 (ya saben: «Drácula» de Bram Stoker) mandó la imagen y el universo del personaje hasta la estratosfera en aquella obra maestra del séptimo arte.
Ya estaba tardando Netflix en adaptar «Drácula»
De ese modo, es un recurso fácil para Netflix pero a la vez un trabajo complicado, y uno la selecciona intentando no tener prejuicios ni ideas preconcebidas al respecto… con espectativas, eso sí.
Lo primero que llama es el aspecto del conde, quizás porque tenemos idealizada las imágenes de la Hammer y de Coppola, pero superado eso el producto es tan notable como pretencioso. Aunque es bueno su equilibrio entre terror y humor, se nota en el tono que los creadores son los de Sherlock.
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Los giros de guión nos mantienen pegados a la butaca pero, si somos honestos, la serie se va desinflando tras el prometedor primer capítulo.
La producción intenta ser arriesgada, divertida y personal y convierte en ello su mejor virtud y su peor defecto: a veces lo consigue y a veces nos saca completamente de la historia. A veces estamos ante una obra maestra, a veces todo parece un poco serie b.
Todo el peso de la miniserie recae en el carisma de Drácula
La serie intenta actualizar y deconstruir el icono y lo consigue gracias al propio Drácula, lo que no estoy tan seguro es de si funciona el resto.
El conde es hábil, inteligente, sugerente y muy, muy divertido, pero por desgracia los capítulos deben contar cosas sin que él esté en plano. Ahí es donde todo decae, y volvemos a esperar a que salga el actor Claes Bang.
En definitiva, lo ideal para esta serie es dejar los prejuicios y las expectativas guardadas con llave en un cajón. Al ser arriesgada es estimulante, pero también deconstruye muchas de las cosas que esperamos los fans del personaje.
Sea como sea, se deja ver, es decente y nunca está de más acercarse de nuevo al vampiro más conocido de la historia.
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